La Responsabilidad Social Empresarial ha pasado en los cuatro últimos años a ser una materia de discusión o debate en círculos muy reducidos o espacio de estudio de unos pocos “idealistas”, a estar en boca de altos mandatarios, instituciones supranacionales y directivos de las grandes corporaciones que se aferran incluso a ella, cual refugio, ahora cuando los mecanismos tradicionales que han regido los intercambios financieros se están poniendo en entredicho precisamente por la falta de responsabilidad social de entidades que han situado al entramado financiero en un contexto de total fragilidad.