Según la octava edición del informe SERES-Deloitte sobre el impacto social de las empresas, en 2020 se han ejecutado 11.000 proyectos más que en 2019, dando lugar a un total de 24.869 iniciativas. Sobre todo, destacan las empresas financieras, que son las más proactivas frente a otro tipo de compañías. Solo en 2020, el 63% de los proyectos presentados proviene de este sector. Son datos impactantes porque, si sumamos las empresas restantes (Energía, Bienes de consumo, Utilities, Tecnología, Salud, Alimentación y bebidas, Industria, Telecomunicaciones y otros), representan únicamente el 37%.
Es relevante conocer que todos estos proyectos de entidades del sector financiero se desarrollan siguiendo las dimensiones propuestas por la Taxonomía Social ─herramienta que ha propuesto la Unión Europea, que sienta las bases sobre qué activos financieros son elegibles y cuáles no, desde el punto de vista de la inversión con fines sociales─. La Taxonomía Social se apoya en tres pilares fundamentales: (i) respeto por los derechos humanos, (ii) promoción de condiciones de vida adecuadas y dignas y (iii) gobernanza responsable; su objetivo es, por un lado, lograr mejores condiciones laborales (el 55%, aproximadamente de los proyectos desarrollados en 2020 ya lo han realizado) y en segundo lugar para alcanzar niveles de vida adecuados (41% de los proyectos ya lo están consiguiendo).
El impacto de la covid-19 en el desarrollo de proyectos
Una muy buena noticia que recoge este informe es la cantidad de proyectos sociales que han nacido para luchar contra los efectos de la covid-19. Si se echa la vista atrás, el inicio de la pandemia fue en 2019, pero hasta 2020 no se desarrollaron iniciativas sociales para combatir los efectos de esta epidemia. Y es que en 2020, el 89% de las empresas trabajaron en un total de 1.775 proyectos, de con el fin de combatir las consecuencias que ha ido dejando la pandemia.
Como menciona Jesús Alonso, presidente de Ford Iberia: “La mayor parte de las empresas han respondido a la crisis, involucrándose en primer lugar por los empleados, y en segundo lugar haciendo todo lo posible para ayudar a la sociedad”.
El ámbito donde más proyectos contra la covid-19 se han desarrollado ha sido en el de salud y bienestar social. Un ámbito que a principios de la pandemia estuvo colapsado, generado por la gran incertidumbre que ocasionó la enfermedad.
¿Qué tipo de beneficiarios disfrutan de estos proyectos?
Cuando se habla de proyectos RSE, la gran mayoría asocia estos planteamientos con destinatarios de grupos sociales vulnerables o con pocos recursos. Sin embargo, hay que aclarar que existen dos tipos de beneficiarios: los directos, personas con discapacidad; infancia y juventud; mayores y dependientes; personas desempleadas; mujeres víctimas de violencia de género; personas enfermas; población en general; u otros colectivos (inmigrantes, drogodependientes, personas sin hogar, etc.). Por otro lado, los indirectos, que engloban a todos aquellos familiares o personas que están involucradas en el entorno del grupo de los beneficiarios directos. Gracias a los proyectos presentados en 2020 se pudieron beneficiar 158 millones de personas (81% beneficiarios directos y 19% indirectos), es decir, un total de 100 millones de personas más que en 2019.
Adicionalmente, el 92% de las empresas se han involucrado en la inserción de personas con discapacidad. Y es que este tipo de grupos desfavorecidos representan el 3,5% de las plantillas de las organizaciones. Tal y como se está vislumbrando, las empresas cada vez más se esfuerzan en realizar acciones de RSE para mejorar su reputación y posicionamiento público, lo que implica invertir en soluciones que mejoren el bienestar de todos sus empleados.