
En los últimos años hemos aprendido a hablar con naturalidad de enfermedades como la hipertensión, la diabetes o el cáncer. Sin embargo, la salud mental emerge como uno de los desafíos invisibles de la actualidad. Cuando se trata de depresión, ansiedad o agotamiento emocional, todavía cuesta ponerlo sobre la mesa. Según la OMS una de cada ocho personas en el mundo vive con algún trastorno mental, un dato que, a los profesionales de la salud laboral debe alertarnos.
Las personas que nos dedicamos a la medicina laboral constatamos esta realidad en el entorno profesional. La ansiedad, la presión, el miedo a no llegar o a no ser suficiente, son pensamientos más comunes de lo que imaginamos. Los problemas emocionales no sólo afectan al estado de ánimo, también repercuten en el trabajo, en las relaciones y hasta en la salud física. El estrés mantenido en el tiempo, no se limita solo a quitarnos el sueño o hacernos sentir irritables; también puede aumentar el riesgo de problemas cardíacos o debilitar nuestras defensas. Cuando una organización abre un espacio seguro y facilita apoyo, la diferencia es enorme: las personas se sienten capaces de afrontar sus retos cotidianos de una manera más saludable y las empresas se benefician de plantillas más sanas, comprometidas y eficientes.
Aun así, seguimos tropezando con dos grandes barreras: el estigma y la falta de recursos. Todavía persiste la idea de que pedir ayuda es signo de debilidad, cuando en realidad es un acto de valentía y de compromiso con el autocuidado. Y, por otro lado, los servicios de salud mental siguen siendo insuficientes: largas listas de espera, pocos profesionales y una atención que muchas veces se queda corta frente a la demanda real.
Si aceptamos que la salud mental va ligada a la salud física y al bienestar general, cada empresa tiene una función importante que cumplir. Por ello, no basta con apoyar desde fuera, sino que hay que integrarla en la práctica del día a día. Precisamente con este propósito, en Aena nació hace ya unos años el proyecto de Bienestar 360, una estrategia integral para promover una cultura de bienestar dentro de la organización, basada en tres pilares, cultura preventiva y promoción de la salud, conciliación y beneficios y bienestar emocional, desde donde se trabaja de manera concreta la salud mental.
Bienestar 360 significa abordar la salud mental no como algo puntual, sino de un modo integral, desde el punto de vista de la prevención, el acompañamiento o las redes de apoyo, de la mano de expertos en la materia. Desde su puesta en marcha, Bienestar 360 ha desplegado iniciativas como talleres de gestión emocional, webinars formativos o programas de atención psicológica.
Cuidar la mente no es un lujo. Es invertir en nuestra salud, en nuestras relaciones y en la manera en que vivimos el día a día. Así como vamos al médico para cuidar el corazón o prevenir una enfermedad, deberíamos acudir al psicólogo para fortalecer nuestras herramientas emocionales. La salud mental también es salud, y reconocerlo es el primer paso hacia una sociedad más sana, empática y resiliente. La salud mental no se trata de una responsabilidad individual, sino un compromiso colectivo. Sólo si damos visibilidad y creamos espacios seguros podremos afrontar esta realidad.
La parte esperanzadora es que algo está cambiando. Cada vez más empresas se preocupan por el bienestar emocional de sus trabajadores, las escuelas empiezan a enseñar habilidades socioemocionales y la conversación sobre salud mental se abre poco a poco en la sociedad. Pero hablar no es suficiente y este cambio debe ir acompañado de acciones estructurales: se hace cada vez más necesario integrar la atención psicológica en los servicios de salud primaria, posicionar la salud mental como un eje estratégico en las políticas organizacionales, y promover entornos libres de estigma que faciliten el acceso a ayuda profesional sin temor a juicios sociales.