Desde 2015, fecha en que se aprobó la Agenda 2030, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) se han convertido en una prioridad estratégica para las organizaciones. De hecho, en España, un 92% de las compañías ya contemplan, en sus estrategias de RSC, el compromiso con los ODS.
Las empresas trabajan para construir y promover un mundo más justo y sostenible, aunando esfuerzos en dimensiones tan diversas como la lucha contra el cambio climático, mejorar la educación, promover la igualdad de la mujer o garantizar la salud y bienestar para todos en todas las edades, entre otras.
Ahora bien, la pandemia de la COVID-19 ha tenido un fuerte impacto en el cumplimiento de la Agenda 2030 y ha obligado a las empresas a redefinir sus estrategias de desarrollo sostenible, priorizando su contribución a aquellos ODS cuyo impacto social es más crítico.
Las compañías han puesto especial foco en desarrollar iniciativas para hacer frente al detrimento de la salud comunitaria y al incremento de las desigualdades –debido a la desaceleración y crisis económica, que han derivado en un aumento de la tasa de desempleo. En este sentido, la suspensión de las actividades esenciales generó un impacto directo e inmediato sobre el empleo, obligando a las empresas a establecer medidas de contención para evitar una destrucción masiva de puestos de trabajo. Pese al complejo contexto, las compañías no han cesado en sus esfuerzos por impulsar iniciativas de RSC enfocadas a promover el empleo y la integración laboral (ODS 8): por ejemplo la Fundación “la Caixa”, a través de su programa Incorpora, facilitó 1.627 contrataciones para empleos de primera necesidad en el contexto del estado de alarma.
Las compañías también se han involucrado activamente en la ayuda a centros e instituciones educativas, contribuyendo a una educación a distancia accesible para profesores y alumnos. De hecho, los sectores sanitario y educativo son los que más se han visto impactados por los proyectos de RSC de las empresas españolas. Según el informe SERES-Deloitte, durante la primera ola de la pandemia se llevaron a cabo alrededor de XX iniciativas vinculadas a estos dos ámbitos.
Impacto de la COVID-19 en el ODS 3: Salud y bienestar
La salud conforma un pilar fundamental en la vida segura y digna de las personas. Por este motivo, la Agenda 2030 cuenta con un objetivo específico para garantizar y promover el bienestar de cualquier individuo, que se ha puesto en peligro a raíz de la crisis sanitaria actual.
El tejido empresarial ha jugado un papel fundamental en la lucha contra los efectos negativos sanitarios de la COVID-19 como, por ejemplo, el incremento de la mortalidad y morbilidad de la población, el estrés crónico sufrido por el personal sanitario debido a la saturación de los hospitales o la desatención de otras patologías prioritarias.
Las compañías españolas han impulsado su contribución a este ODS –en el que trabajan activamente un 53% de sociedades, según el informe SERES-Deloitte–, poniendo en marcha más de 700 proyectos de RSC vinculados a este ámbito. Por ejemplo, a través del fondo Juntos COVID-19, Ferrovial colaboró económicamente en la compra de 800.000 mascarillas, 90.000 tests de diagnóstico, 90 respiradores y otros materiales sanitarios o equipos de protección individual para las comunidades autónomas y países como Reino Unido, Chile o Portugal.
Este compromiso con la protección y cuidado del personal sanitario y de los enfermos se refleja en el número de beneficiarios de las iniciativas de RSC emprendidas durante la emergencia sanitaria: de los 10 millones de personas favorecidas, el 35% corresponden a estos dos colectivos (alrededor de 3.5 millones).
Impacto de la COVID-19 en el ODS 4: Educación de Calidad
La Agenda 2030 pretende que toda persona tenga acceso a una educación de calidad durante toda la vida, eliminando cualquier barrera económica y/o de género que pueda obstaculizar este derecho fundamental. El cumplimiento de este ODS, que tiene un efecto catalizador sobre el resto, garantiza un crecimiento económico responsable e inclusivo, en el que los diversos actores de la sociedad civil sean conscientes y se responsabilicen del impacto social, económico y medioambiental de cada una de sus acciones, ayudando así a construir un planeta más sostenible.
Las organizaciones, como agentes económicos esenciales, colaboran mediante iniciativas de impacto social para la construcción de una sociedad más informada y tolerante, asegurando la consecución de este ODS: 7 de cada 10 compañías españolas fomentan proyectos de RSC enfocados en la educación.
Estos programas se dirigen tanto a sus stakeholders internos –planes de formación o la dotación de incentivos para que los empleados complementen sus estudios, entre otras– como externos, a través de la cooperación con escuelas y universidades para impulsar iniciativas de desarrollo profesional y acceso al mercado laboral, o el fomento de iniciativas de voluntariado corporativo, para ayudar a los colectivos más vulnerables y minimizar así el fracaso escolar.
El grado de responsabilidad de las compañías con este ODS se ha acentuado durante la pandemia y es que, en este periodo, se ha producido la mayor disrupción que ha sufrido nunca el sector educativo. Tal y como argumenta Naciones Unidas, a mediados de julio de 2020 más de un millón de estudiantes en todo el mundo no pudieron acudir a la escuela y, al menos, 40 millones de niños perdieron tiempo de enseñanza en su primer año de escolaridad, una etapa determinante para su activación cognitiva y emotivo-relacional.
Sin embargo, pese a un contexto que ha agudizado la crisis educativa existente, la colaboración entre gobiernos, sector privado, ONGs y sociedad civil ha potenciado el impacto social de los proyectos de RSC enfocados en el colectivo educativo.
Estas alianzas estratégicas (ODS 17) han facilitado el desarrollo normal de las clases durante el confinamiento, obligadas a impartirse en remoto. En España, proyectos como Educación Conectada –BBVA, FAD (Fundación de Ayuda contra la Drogadicción) y Consejerías de Educación autonómicas– han permitido que estudiantes y profesores siguieran conectados, mediante formaciones específicas dirigidas a ambos colectivos, sobre los aspectos y conocimientos básicos necesarios para la educación a distancia.
La crisis de la COVID-19 pone de relieve el valor de la Agenda 2030. El esfuerzo en el cumplimiento de los ODS ha permitido a las empresas dar una excelente respuesta a las dificultades económicas y sociales planteadas por esta emergencia sanitaria. Ahora bien, esta crisis evidencia que el compromiso con el desarrollo sostenible debe ser una prioridad para cualquier compañía en toda circunstancia. Cuanto mayor sea esta responsabilidad, nuestra sociedad será más resiliente y estará preparada para afrontar los retos venideros.