Hace unas semanas participé en una interesante jornada organizada por Fundación SERES, donde el director de la Unidad de Empresa y Desarrollo de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Aecid) nos hablaba sobre negocios inclusivos, valor compartido, innovación para el desarrollo o la aprobación de la Agenda 2030 en una cumbre de Naciones Unidas en Nueva York; todos ellos temas relevantes de gran actualidad que me hicieron reflexionar sobre el concepto de Cooperación al Desarrollo.
Hay muchas definiciones, en general aludiendo a la colaboración público-privada para promover el progreso económico y social global, de forma sostenible. Pero a la hora de acometer proyectos: ¿Qué actores deben participar? ¿Las alianzas deben ser público-privadas, o también privadas-privadas, privadas-entidades religiosas o educativas? ¿Consideramos privadas a las empresas con ánimo de lucro y a las ONGD sin ánimo de lucro? ¿Qué papel juegan otros organismos como universidades, agencias de cooperación o sociedad civil?
“¿Tiene sentido no apoyar el desarrollo social de las zonas donde estamos?”
Muchos agentes y actores, diferentes terminologías, pero lo importante no es cómo se le llame sino que lo que se haga, se haga bien y con sentido común. Y es que en un mundo globalizado, con empresas cada vez más presentes internacionalmente, con recursos empresariales importantes, como en nuestro caso, con la capacidad de generar empleo (ocupamos el puesto 30 entre las 100 compañías que más puestos de trabajo crean en España según el ranking presentado por Expansión hace algunas semanas)… ¿No tiene sentido apoyar el desarrollo social de las zonas donde estamos? O la pregunta es más bien al revés, ¿tiene sentido no apoyarlo?
“Un ejemplo de Cooperación al Desarrollo, del que nos sentimos muy orgullosos, es nuestra experiencia en Pachacutec (Perú), una zona a tan solo una hora de Lima, llena de carencias, de injusticias, de jóvenes sin oportunidades”
Como la propia palabra indica cooperar es ayudar; trabajar en equipo enfocando los esfuerzos a necesidades concretas; llevando las empresas, su riqueza, sus empleados, su tecnología, su conocimiento, sus productos y servicios, su capacidad de contratar, etc., a esas necesidades, y hacerlo de tal forma que se traduzca en proyectos sostenibles a medio plazo.
Un ejemplo de cooperación al desarrollo, del que nos sentimos muy orgullosos, es nuestra experiencia en Perú: Pachacutec, una zona a tan solo una hora de Lima, llena de carencias, de injusticias, con una importante población de jóvenes sin oportunidades, donde sus 180.000 habitantes -la gran mayoría de ellos en situación de extrema pobreza- dedican un porcentaje importante de sus ingresos para pagar el agua potable que, diariamente, llega en camiones a sus casas. ¡Increíble en pleno siglo XXI!
“El presidente de Konecta y de DKV Seguros decidieron crear una alianza privada, que ha generado una titulación oficial para 200 jóvenes con muy pocos recursos y con discapacidad“
Konecta tiene un centro de trabajo con más de 2.000 personas en el mismo distrito en el que está Pachacutec, Ventanilla, provincia de El Callao. Hace ya 3 años, el presidente de Konecta y el presidente de DKV Seguros decidieron visitar esta zona, un enorme arenal rodeado de chabolas, siendo testigos, en primera persona y sobre el terreno, de la realidad que ahí se vive. Decidieron crear una alianza privada-privada 100%, unidos para ayudar, cooperar en un proyecto sostenible que ha generado la creación de una titulación oficial en Contact Center (equivale a un título de formación profesional aquí en España) para cerca de 200 jóvenes con muy pocos recursos y con discapacidad, a los que, en gran medida, les hemos cambiado la vida.
¿Cómo? Llevando a nuestro equipo humano, que les ha formado en la Universidad de Pachacútec (creada hace doce años por el Arzobispado del Callao en colaboración con importantes empresas españolas como Repsol o Telefónica); poniendo en valor el conocimiento de Fundación DKV Integralia en selección e integración de personas con discapacidad; ofreciendo prácticas y contrataciones en Konecta, a la vez que voluntarios de Konecta financian con parte de sus nóminas a ciertos alumnos y, por supuesto, con el apoyo de Fundación Konecta y Fundación DKV Integralia que sufragan el resto de costes… muy pocos, en relación al gran impacto del proyecto, ya que a través de la educación y el empleo, se les está dando una oportunidad real a estos jóvenes, de tener un futuro mejor.
“¿Esto es Cooperación al Desarrollo? No lo sé, pero se llame como se llame es una realidad ante la que la empresa no puede vivir ajena, ya que es un actor clave en el desarrollo social”
Y no olvidemos otros impactos directamente vinculados a la empresa: por una parte, el orgullo de pertenencia de los empleados a una empresa que participa en un proyecto de esta envergadura, que les ofrece la oportunidad de ayudar; incremento de su compromiso y lealtad (tan difícil a veces de lograr como bien saben muchos directores de RRHH), y, por otra parte, los reconocimientos que benefician a la marca y a su relación con sus clientes.
¿Esto es Cooperación al Desarrollo? No lo sé, pero se llame como se llame es una realidad ante la que la empresa no puede vivir ajena, ya que es un actor clave en el desarrollo social y ha de contribuir a resolver las contradicciones económicas y sociales que todavía hoy existen en el mundo.