Hablemos de desigualdad. Pongamos sobre la mesa todas aquellas cuestiones que se convierten en un impedimento para que las mujeres se desarrollen en el plano profesional y consigan también una vida plena en lo personal. Debatamos sobre el techo de cristal, esa limitación no escrita que impide el ascenso laboral de las mujeres y que en palabras recientes de Silvia Buabent, directora del Instituto de la Mujer, se corresponde mejor con un material como es el hormigón armado. A la mujer, en muchas ocasiones, ni se la espera en las esferas directivas. Brecha salarial, corresponsabilidad, maternidad… son algunos de los obstáculos que reconozco en el día a día de compañeras y amigas a las que admiro.
Pero no perdamos el foco y hablemos de feminismo, una palabra que parece que en el discurso político de algunos perfiles la cargue el diablo. El término, en si mismo, conlleva una llamada a la acción, pues no se limita a constatar la desigualdad, sino que, una vez reconocida, promueve su erradicación y se consolida como el movimiento global actual con mayor capacidad para cuestionar nuestro sistema, construido y consolidado desde una perspectiva meramente masculina. Bajo esta máxima es como debemos acercarnos a ese feminismo positivo, una corriente que, llevada al ámbito empresarial, podría asemejarse a un proceso de mejora continua para alcanzar la mayor calidad y el mejor servicio posible.
“La universidad debería también constatar su papel en el impulso de la mujer. Queda mucho por avanzar en nuestro país, en el que solo el 20% de los rectores son mujeres”
La mujer en el ámbito universitario
Quizá en el ámbito de la educación superior vivimos las ideas con cierta pasión. Es lógico, pues tenemos la responsabilidad de asegurar que el conocimiento sea una de las palancas para asegurar el progreso y la justicia social. Si asumimos ese rol, la universidad debería también constatar su papel en el fomento y enriquecimiento del pensamiento feminista, no concibo la educación si no es feminista. Aun así, queda mucho que avanzar en nuestro país, en el que solo el 20% de los rectores son mujeres. El dato, que refleja una enorme brecha de género en esa posición, impacta también en otros cargos de responsabilidad académica. En este, como en la mayor parte de los sectores, es apremiante un esfuerzo que equipare la igualdad de oportunidades de mujeres y hombres.
En cualquier caso, creo que lo que hemos logrado en estos años ha permitido que haya espacio para el optimismo, pero siempre desde la cautela y desde la certeza de que queda mucho, mucho por hacer. Por ello considero fundamental que sigamos trabajando desde el aula, desde los despachos, desde los consejos de administración y desde todos los ámbitos en lograr consensos amplios, que incluyan a todos los actores sociales sin restricciones y que vayan encaminados a una sociedad basada en la equidad.
“Aunque aún queda mucho camino por recorrer, es reconfortante ver el avance de esta cuestión en el sector privado: el 60% de las compañías está trabajando en la búsqueda de avances para la igualdad de género”, (según el V informe del impacto social de las empresas)
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible(ODS), claves para impulsar la igualdad de género
En esta línea, sabemos que la Agenda 2030 de Naciones Unidas ha supuesto un espaldarazo más que necesario a esta lucha ya que, para empezar, ha logrado, de manera transversal, impactar a través de todos sus Objetivos de Desarrolo Sostenible (ODS) en dignificar el papel de la mujer en la sociedad. Un paso de gigante. Precisamente, en torno a la Agenda 2030 destacaría especialmente el quinto ODS: “Igualdad de género”, que de manera clara invita a gobiernos, sociedad civil, empresas e instituciones a trabajar en pro de la ansiada equidad. Hemos logrado poner el foco en una necesidad social real, tangible y que afecta nada menos que al 50% de la humanidad.
En este sentido, es reconfortante ver cómo las empresas tienen cada vez más en cuenta esta cuestión: según el V informe de medición de impacto social de las empresas, el 60% de las compañías está trabajando en la búsqueda de avances para la igualdad de género.
La empresa, fundamental en el fomento de la igualdad
Debería alegrarnos, pero, probablemente coincidamos en admitir que, a pesar de que hemos hecho grandes esfuerzos logrando que el discurso feminista se consolide y se convierta en una herramienta clave de storytelling para muchas organizaciones, todavía queda mucho camino por recorrer. Más si cabe con la aparición de nuevos populismos que cuestionan la existencia de una desigualdad evidente o ponen en entredicho derechos ya alcanzados.
Así se hace necesario, quizá más que nunca en este convulso siglo XXI, que las compañías y las instituciones lideren esta nueva narrativa y contribuyan a generar una cultura corporativa inclusiva y una comunicación no sexista que defiendan la igualdad de oportunidades. No olvidemos que esta manera de operar es además una tendencia global con ejemplos muy claros como el movimiento B Corp, cuya aspiración es invitar a miles y miles de compañías a convertirse en agentes de cambio y lograr así ser las mejores empresas para el mundo. Otra vuelta de tuerca necesaria.
“Urge trabajar para cambiar la historia ligada a las mujeres, pongamos en valor la contribución histórica de la mujer en los ámbitos científico y económico”
En este punto, no puedo olvidarme de los referentes. ¡Qué importantes son en una sociedad! Urge trabajar para cambiar la historia ligada a las mujeres, reconocer sus logros, y desde esta base, identificar otros estilos de liderazgo que, a veces, puedan cuestionar lo “normativo”. Cuanto antes, mejor. Pongamos en valor la contribución histórica de la mujer en los ámbitos científico y económico, pero también sus esfuerzos, a veces sobrehumanos, por asegurar el bienestar familiar y ocuparse, prácticamente en soledad, de los cuidados.
Y sigamos. Solo alcanzaremos una sociedad igualitaria si vinculamos al hombre en el movimiento feminista, apostamos por la conciliación y la corresponsabilidad laboral y familiar, y logramos mayor compromiso institucional y político. Y para terminar con este listado de consideraciones es necesario hablar de las vocaciones STEM. Las profesiones derivadas de estos estudios van a ser las protagonistas de las ofertas laborales que están por llegar y para las que la mujer, a día de hoy, está en desventaja con respecto al hombre. Ingenieras, matemáticas, físicas, os vamos a necesitar, y cada vez más.
Asumamos que, sin el movimiento feminista, sin su lucha y sin su modo de cuestionar aquello que merece ser reinventado, es imposible avanzar en una sociedad diversa e inclusiva. Hace falta mucho más que buena voluntad para reconocer el papel de la mujer en todos los ámbitos sociales. Su causa es una causa común, esa es la clave para que todo cambie y no demos ni un paso atrás en los derechos conseguidos, derechos siempre en positivo.