El envejecimiento de la población española y la mayor dependencia es ya una realidad a afrontar y que se irá agravando en las próximas décadas. Por cada cuatro o cinco años que pasan aumenta un año la esperanza de vida, pero también el mayor tiempo que necesitaremos ser cuidados, ya que demandaremos ayuda para realizar las actividades básicas de la vida diaria (movilidad, aseo, vestirse, comer…). Por esta razón, el sector sociosanitario y asistencial de cuidado a las personas mayores o dependientes es un sector de empleo y de futuro debido, principalmente, al progresivo envejecimiento de la población y a la mayor soledad y dependencia existente.
En los últimos 10 años (desde 2008 al 2018) el empleo en las actividades sanitarias ha crecido un 16%, mientras que en el sector asistencial residencial lo ha hecho un 46% y en el de actividades de servicios sin alojamiento (SAD) en un 49%. Cada vez más la sociedad española requiere de mayores empleos para atender a las personas mayores y dependientes en centros residenciales o en sus domicilios, donde ya trabajan más de 500.000 personas.
La labor de cuidar requiere de una formación sociosanitaria, donde se exigen conocimientos tanto desde el punto de vista psicológico-social como desde el punto de vista de salud-sanitario. Adicionalmente, se requiere de una actitud proactiva de ayuda a los que les necesitan, ya sea por razones de edad, enfermedad o discapacidad.
Un cuidador sin formación ocasiona mayores costes sociosanitarios que el coste propio de su formación. Prueba de ello, es que son mucho más frecuentes las autolesiones de espalda y las lesiones a pacientes ocasionadas por acciones de movilización de los cuidadores sin formación, que las que se puedan producir u ocasionar por los cuidadores formados. Estas mayores lesiones son sufragadas directa o indirectamente por las empresas o por el sistema nacional de salud.
Ante el envejecimiento de la población y la necesidad de contar con los profesionales para el cuidado de mayores adecuados, la teleformación se ha convertido en la mejor opción para obtener la formación para aquellas personas que están trabajando, ya que permite conciliar mejor las obligaciones laborales, familiares y personales, así como para las personas que viven en entornos rurales y no pueden desplazarse a realizar formación presencial. Actualmente, la formación online es la de mayor crecimiento, ya que su metodología garantiza la calidad de la misma y tiene muchas ventajas: es más económica, no requiere desplazamientos, disponible las 24 horas, estudias a tu ritmo y tienes el apoyo constante de un profesor-tutor que te acompaña durante todo el periodo de aprendizaje. Nadie, con unos conocimientos mínimos, abandona la teleformación por dificultad para realizarla.
Tanto la Administración como las empresas e instituciones sociales pueden ayudar a los cuidadores familiares y profesionales a acceder a la formación necesaria para cuidar de los mayores y dependientes.
La Administración debe garantizar que los trabajadores socio-sanitarios o cuidadores profesionales, como los gerocultores o auxiliares de ayuda a domicilio, tengan la formación oficial, así como el acceso a una formación continuada, incorporando habilidades (soft skills), ya que pueden ser muy diferentes las necesidades de atención y cuidado, dependiendo de la situación en la que se encuentre la persona mayor o dependiente.
El papel de la empresa ante el envejecimiento de la población
Por su parte, las compañías, en general, podrían invertir en formación para cuidar, haciendo un mayor uso de los créditos bonificables de formación que poseen, y que concede la FUNDAE (antigua Tripartita), para invertirlos en dicha formación. Las empresas socio-sanitarias, también pueden disponer de los denominados contratos para la formación y el aprendizaje, como fórmula para captar, formar y retener talento socio-sanitario optimizando el coste de la formación y el servicio a sus clientes.
Por lo que se refiere a las instituciones sociales, como asociaciones y fundaciones y, en general, el Tercer Sector, estas deben contribuir, invirtiendo recursos en ayudar a colectivos vulnerables, formándolos como cuidadores e insertándolos en el ámbito laboral.
En este sentido, el sector socio-sanitario, actualmente, se encuentra con graves problemas de contratación de personal cualificado, ya que la demanda es superior a la oferta. Por esta razón, todas las personas que se forman en el ámbito de los cuidados encuentran empleo de manera inmediata.
El sector debe evolucionar para que el trabajo de cuidador profesional, gerocultor o de auxiliar socio-sanitario se entienda como una salida profesional atractiva, no como un último recurso. La mayor formación y profesionalización de los cuidadores debe conllevar un aumento de su consideración y retribución.
Si sabemos profesionalizar y dignificar la figura del cuidador estaremos contribuyendo a que nuestros mayores y dependientes reciban mejores servicios y consigan su bienestar.