Hace ya 14 años que la Fundación Adecco inició su andadura con la misión de acercar el empleo a las personas que lo tienen más difícil. He tenido la suerte de verla nacer, de estar ahí desde el principio y de comprobar cómo nuestro proyecto crece y se consolida cada día.
La integración laboral siempre ha sido nuestra razón de ser; la vanguardia, nuestro motor y las empresas y el tercer sector, los partners imprescindibles para hacer realidad nuestro objetivo. Si el año pasado conseguimos que 2.490 personas con discapacidad encontraran un empleo, fue precisamente gracias al compromiso de 239 empresas colaboradoras y de 300 asociaciones que confiaron en nuestro modelo.
Buscamos una integración real que no responda a una normativa sino a un compromiso y a un convencimiento
Desde el principio, la Ley de Integración del Minusválido (LISMI) supuso un refuerzo importante para nuestra labor, pero pronto advertimos que no era suficiente, ya que el cambio de mentalidad no se produce a golpe de legislación y esto último es, precisamente, lo que buscamos: una integración real que no responda a una normativa legal sino a un compromiso y a un convencimiento verdaderos.
En nuestro afán por lograr esta plena integración y conscientes de que la inserción laboral empieza por el aspecto social, desde la Fundación Adecco apostamos por programas transversales que preparan los entornos de trabajo para la incorporación de personas con discapacidad. Nuestro objetivo es que el candidato se integre en la empresa desde el minuto uno, con total normalidad y garantías, pues ahí reside la clave del éxito.
En este punto entra el voluntariado corporativo, nuestro principal aliado para la normalización y la eliminación de barreras. Partimos de una necesidad social como es la integración de las personas con discapacidad y reunimos a los tres actores imprescindibles en el proceso: empresa, asociación y beneficiario (la propia persona con discapacidad).
Acercamos la discapacidad al empleado voluntario, que empatiza, abre su mente y derriba prejuicios y falsos estereotipos
Las actividades que ponemos en marcha son de muy diversa índole: deportivas, medioambientales, profesionales, de ocio, etc. Pero más allá de jugar un partido de fútbol, participar en un cultivo ecológico o aprender a manejar, por ejemplo, el programa ‘excel’, lo importante es el efecto win-win que conseguimos. Por un lado, acercamos la discapacidad al empleado voluntario, que empatiza, abre su mente y tiene la oportunidad de derribar prejuicios y falsos estereotipos. Por otro, la persona con discapacidad también se acerca a la empresa, realiza una actividad diferente y desarrolla sus habilidades sociales y de comunicación. Todo ello incrementa sus posibilidades de encontrar empleo.
El efecto win-win es, además, multiplicador al tener un impacto global y directo en el clima laboral y en la fidelización de plantilla. En este sentido, conseguimos que los empleados sientan que su organización se preocupa por la comunidad y reforzamos su sentimiento de pertenencia al proyecto empresarial.
Los programas de voluntariado siempre suman y traen consigo un desencadenante de efectos positivos
En definidas cuentas, los programas de voluntariado siempre suman y traen consigo un desencadenante de efectos positivos: aprendizaje, trabajo en equipo, orientación a resultados, igualdad, solidaridad, servicio, eliminación de barreras, fidelización, rendimiento y un largo etcétera.
A las empresas que tengan dudas sobre su implantación, les diría que lo hagan sin miedo, que nunca es pronto ni tarde para poner en marcha voluntariado y que el retorno que van a conseguir es inmenso. La prueba es que todas nuestras empresas colaboradoras repiten y que es una práctica en crecimiento: el año pasado batimos nuestro récord e implantamos 164 acciones de voluntariado junto a 50 empresas, que involucraron a 3.347 empleados voluntarios y a 6.873 personas con discapacidad.
La satisfacción que reporta hacer voluntariado es máxima y produce un enriquecimiento global
Por último, les diría a las personas que tengan la oportunidad de hacer voluntariado que no la dejen escapar, pues la satisfacción que reporta es máxima y produce un enriquecimiento global que repercute en todas las áreas de nuestra vida: felicidad, rendimiento, relación con los demás, salud integral, etc.