
En BBK, creemos que el bienestar emocional no es un lujo, sino una necesidad compartida. En un mundo que avanza rápido, donde lo urgente eclipsa lo importante, cuidar lo invisible —las emociones, los vínculos, la salud mental— se ha convertido en un acto de responsabilidad social.
Desde hace años, impulsamos iniciativas que sitúan la salud emocional en el centro de nuestra acción comunitaria. Uno de los proyectos más significativos es Entre Emociones, una propuesta pionera en Bizkaia que promueve el desarrollo socioemocional de niños, niñas y adolescentes. En colaboración con entidades especializadas como Kunina, Zain, Kanjo y Agintzari, organizamos actividades participativas en espacios públicos y deportivos, donde la infancia puede reconocer, expresar y cuidar sus emociones en entornos seguros y transformadores.
También colaboramos con Avifes, asociación referente en el acompañamiento a personas con enfermedad mental, en el marco de eventos culturales como el BBK Bilbao Music Legends Fest. En estas acciones, el personal voluntario acompaña generando experiencias inclusivas que visibilizan la diversidad y fortalecen el tejido comunitario.
Estas iniciativas forman parte de nuestra estrategia como entidad, que entiende el voluntariado corporativo como una herramienta de transformación. Desde dentro trabajamos para que la plantilla pueda participar en acciones que conectan con los valores de BBK: cercanía, sostenibilidad, compromiso y transformación.
En BBK no solo impulsamos proyectos hacia fuera: también trabajamos desde el ejemplo. Recientemente hemos incorporado a una persona al equipo de la mano de Eragintza, reforzando nuestro compromiso con la inclusión laboral y la salud emocional. Creemos firmemente en apoyar y tender puentes a las empresas y entidades que trabajan por el bienestar emocional y la salud mental. Porque el cambio empieza también desde dentro.
Este año celebramos nuestro 10º aniversario. Diez años de proyectos, alianzas y aprendizajes. Y si algo hemos aprendido es que el impacto más profundo no siempre se mide en cifras, sino en emociones compartidas, en vínculos que se tejen, en la capacidad de generar comunidad.
Porque cuidar la salud emocional es también cuidar el territorio. Es sembrar futuro. Es construir una cultura organizacional donde el compromiso no se impone, sino que se contagia.
Y en ese camino, seguiremos. Con la convicción de que lo invisible también transforma. Y de que, como entidad contribuimos a una sociedad más empática, más justa y más humana.