Para garantizar la sostenibilidad de las actuaciones de responsabilidad social de una empresa es necesario conocer el valor que éstas crean no sólo para la sociedad, sino también para la propia empresa.
En BBVA tenemos una experiencia de casi cuatro años utilizando la metodología rsc2, planteada por McKinsey y desarrollada en España conjuntamente con Fundación SERES para ayudar a medir la creación de valor compartido desde un doble prisma: social y económico.
“BBVA utiliza la metodología rsc2 desde hace casi cuatro años para medir la creación de valor compartido desde un doble prisma: social y económico”
A lo largo de este tiempo, nos hemos servido de ella para medir el retorno de iniciativas como ‘Yo soy empleo‘, ‘Por los que se quedan‘, ‘Comunicación TCR‘ (Transparente, Clara y Responsable) o nuestro programa de Educación Financiera.
En cada caso, tratamos de identificar aquellos indicadores más representativos de los impactos que esos programas tienen para BBVA. Lo hemos hecho buscando métricas representativas de las tres dimensiones que propone la herramienta (crecimiento, retorno de capital y gestión de riesgos) y, dentro de cada una de ellas, las diferentes palancas que mejor podemos accionar para crear valor para el banco.
“Una de las aportaciones más valiosas del proceso de aplicación de esta metodología ha sido la reflexión y diálogo entre diversas áreas del banco”
Una de las aportaciones más valiosas del proceso ha sido la reflexión y diálogo entre múltiples y diversas áreas del banco a la que nos ha llevado la aplicación de esta metodología.
La transversalidad a la que obliga un ejercicio de este tipo propicia que, cada una desde su perspectiva, se tome el tiempo de valorar cómo y en qué medida los resultados de estos proyectos impactan sobre su actividad.
“Utilizando rsc2 hemos aprendido que iniciativas concebidas para tener un impacto positivo en la sociedad nos reportan beneficios como una mejor percepción y recomendación de nuestros clientes, entre otros”
Utilizando rsc2 hemos aprendido que iniciativas concebidas para tener un impacto positivo en la sociedad nos reportan, además, mejor percepción y recomendación por parte de nuestros clientes; menor índice de morosidad; mejor relación con el regulador; desarrollo de nuevos productos; mayor eficacia en el diálogo comercial; mejor reputación; mayor orgullo de pertenencia y motivación de los empleados…
Obtener unas métricas cuantificables de este tipo -no siempre cuantitativas o monetizables- sin duda nos aporta unos elementos muy valiosos para tomar decisiones informadas sobre la continuidad de un proyecto o los recursos que para el mismo necesitamos dotar.