El notable crecimiento de las desigualdades entre países producido durante los últimos años ha aumentado considerablemente los riesgos sociales, y por tanto, la necesidad de incrementar el compromiso empresarial y su generación de valor en esta materia. Como afirma la socia responsable de Sostenibilidad de Deloitte, Concha Iglesias: “cada industria tiene un rol clave que jugar. El trabajo de todos será clave a futuro para fijar la agenda de objetivos de impacto social, no sólo con las propias operaciones, sino con las de toda la cadena de valor”.
Es evidente cómo cada vez más se incluye “lo social” en las estrategias empresariales, y, en consecuencia, una evolución deseable sería conseguir que el propósito corporativo integrara los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para así llegar a promover un mundo más justo.
Para la elaboración de la octava edición del informe de impacto social de las empresas ─promovido por Deloitte y la Fundación Seres─ y con el objetivo de medir los avances en la contribución de la RSE de las empresas españolas, se ha contado no solo con el testimonio de Mª Concepción Iglesias ─socia en Sostenibilidad y Clima de Deloitte España─, sino también con el de Ana Sainz Martín ─directora general de la Fundación SERES─.
Los aspectos sociales, una incorporación en crecimiento
Las cifras obtenidas del estudio realizado demuestran el compromiso de las organizaciones con sus stakeholders o grupos de interés, ya que el 90% de las empresas involucradas ya incluyen los ODS en sus estrategias de RSC. La mayoría de las 71 empresas fomenta el trabajo decente y el crecimiento económico, así como la creación de alianzas para lograr objetivos y actividades vinculadas con la acción por el clima. Sin embargo, no todo queda aquí. El análisis cualitativo incorporado este año en el presente informe, para el que se entrevista a los presidentes de Ford Iberia, Mutualidad de la Abogacía y Grupo Insur, busca aterrizar este compromiso, y comprender, no solo cómo se aborda esta cuestión sino también qué retos de futuro se observan desde empresas de semejante tamaño e importancia a nivel nacional.
En todos los casos, los presidentes coinciden en que la base para la contribución social empieza por incluir como propósito de negocio en las organizaciones la intención de favorecer a la sociedad. Esto puede hacerse tanto desde dentro de la empresa (con políticas internas para generar impacto) como desde fuera (con voluntariados, pro-bonos y acción social)
Aun así, hoy en día contar con un dominio de “lo social” no se considera tarea fácil, ya que se dispone de información acerca de lo que resulta más conveniente, pero no sobre lo más significativo. Es por eso, que, como reto a futuro, ya se está trabajando en herramientas de seguimiento que faciliten el “siguiente paso” a la hora de medir y gestionar los parámetros sociales desde las empresas.
Cabe destacar que cada sector se enfrenta a distintos retos en función de su industria; en este caso, Ford centra sus objetivos futuros en la consecución de una mayor diversidad en la empresa; Mutualidad de la Abogacía lo hace en el aumento de la esperanza de vida ─y por tanto en la necesidad de mejorar la calidad de vida de las personas─; y, por último, Grupo Insur se enfoca en la falta de mano de obra y aumento de los costes de la construcción.
¿Cuál es el horizonte normativo del componente social?
Existen determinados factores que en los últimos años han cobrado relevancia, y que por tanto también deberán abordarse en el futuro cercano:
- La cantidad de riesgos sociales ha aumentado considerablemente, y de la misma manera lo hace la preocupación de los inversores por detectar oportunidades socialmente responsables.
- La Unión Europea está incrementando los recursos destinados a necesidades sociales con el objetivo de combatir el impacto social y económico producido por la pandemia, buscando formar sociedades sostenibles a largo plazo.
- El regulador europeo está impulsando normativas para fomentar la gestión socialmente responsable y fortalecer las inversiones en actividades que respeten los derechos humanos (se propone linkarlo al artículo de “debida diligencia en DDHH”).
En definitiva, y como afirma Ana Sainz Martín: “Solo en una sociedad sana pueden fortalecerse y crearse empresas sostenibles y de futuro”. La construcción de “un mundo mejor” ya está en marcha, sin embargo, de cara a cumplir la Agenda Sostenible 2030 todavía queda un largo camino por recorrer.